Hay ofertas de trabajo en la Red muy serias, como son las de
colocación en buscadores de artículos de interés con contenidos de nuestro
saber y entender.
Plataformas de
revista
Reglas estrictas, muy estrictas de originalidad las
supervisan. Esto es muy interesante y loable, hasta que uno buscando un
artículo que ha escrito a costa de bastante tiempo y esfuerzo, lo encuentra
publicado textualmente por unos diez autores más, y todos mejor ubicados en los
buscadores.
Molesta bastante, pero no importa. Salen incluso muchos
anuncios en Internet buscando redactores que reemplacen las palabras de un
texto ya publicado, de modo que la autoría de una nota se pierde en el limbo.
Más que el hecho de que esto suceda, porque no deja de alimentar el ego que
pobres parias de las palabras deban recurrir a nuestro manantial literario,
molesta sobremanera que existan empresas que publiquen estas solicitudes
alegremente.
Pero no nos vayamos del tema. Existen dos tipos de empresas
(en adelante, plataformas) que publican lo que uno escribe. Las hay que pagan
por click de publicidad, que significa que pagarán un porcentaje por las veces que
algún lector de su nota consulte alguna publicidad que aparece en la pantalla.
Publicidad que también es un porcentaje de lo que pagó la empresa que publicó
el anuncio.
En suma, una empresa paga un anuncio, monto que se divide en
todos los lugares en que aparece, que pueden ser miles. Al clickear en una de
esas apariciones, un lector genera un pago para el autor de la nota, que con
suerte puede llegar a ser unos 0,001 de dólar, euro o lo que sea. Habrá notado
que ese monto no existe, ¿verdad?
Lo que quiero decir es que hacen falta verdaderamente muchos
clicks para llegar a una suma lógica. Llamo lógico a un artículo de 800-1000
palabras que se pague unos cuatro euros, que incluso sigue siendo poco si el
artículo de marras contiene datos, saberes y estilo que lo hacen original, útil
y entretenido.
Granjas de contenidos
Existe otra forma de vender nuestra obra, en donde se paga
determinada cantidad fija por notas a pedido. Estas plataformas son
entretenidas de consultar, porque despiertan en el lector la conciencia de lo
universal que es Internet. Suelen aparecer pedidos muy interesantes: hay
empresas que piden artículos como “Veinte formas de cocinar las alcaparras” o
“De qué forma se colocan los esquíes en la aerosilla Nº4 de la pista 2 de
Aspen, a mediados de diciembre”. Varias veces leyendo estos listados, me he
deprimido intensamente por darme cuenta lo poco que sé del mundo.
Fuera de categoría, pues ya es desvergüenza pura, se
encuentran una serie de plataformas (e incluso revistas especializadas) que sugieren
que publiques tus textos gratis, pues suponen que de esa forma te valorizarás
como autor. El único inconveniente que surge de esta propuesta es que donde
aparece tu texto, también hay publicidades, y sus ganancias se las lleva otro.
Sí, ya adivinó quién: el alma caritativa que deseaba impulsar nuestra carrera
literaria.
Por supuesto, hay más. Siempre hay más.
Señor@s, a la aurora, alegría.
Orlando Ampuero
Orlando Ampuero
No hay comentarios:
Publicar un comentario